Seguidores

~~~~~~~~~~~~~~~ E S T A B A . C L A R O . Q U E . N O . P O D Í A M O S . S E R . A G U A ~~~~~~~~~~~~~~~

Visitas que me hacen ser feliz.

lunes, 5 de marzo de 2012

Capítulo 21 - No te vas a llevar a mi hija

Los cuatro miembros de una misma familia llegaron al gran adosado de color teja y amplios ventanales transparentes como el agua. En lo alto de los escalones que llevaban a la blanca puerta se encontraban Sandra y Jaime, pareja desde hace muchos años y considerados como de la familia. Y es que hacía tantos años que Laura y Sandra se conocían, que ya incluso habían perdido la cuenta de tanto tiempo. Tiempos buenos, tiempos malos, tiempos agradables, tiempos juntas. Jaime, el chico que volvía loca a Sandra, con el cual llevaba más de cinco perfectos años, con sus días, con sus noches de sueños y desvelos.

- ¡Mi princesa! - gritó Sandra mientras cogía en brazos a Andrea. La pequeña era su ahijada y, en caso de que algo malo les sucediera a Laura o a Daniel, ella sería la que cuidaría de ella. La amaba como si fuese su propia hija, aunque a pesar de eso se consideraba muy joven para tener una personita tan pequeña a su cargo las veinticuatro horas del día. En cambio, Jaime se encontraba más seguro que nunca de que Sandra era la mujer de su vida, y deseaba tener algo más en común con ella que un par de besos no tan tontos y miles de tardes de risas y amor.
- Tatatata - logró balbucear Andrea, ya en los brazos de su madrina. Sandra se encontraba muy arreglada, zapatos de tacón gris delfín y vestido rosa fucsia calado y con encaje. Llevaba el pelo ligeramente ondulado, con su color marrón chocolate característico suyo desde el día de su nacimiento, las sombras grises y sus mejillas con un ligero tono rosado. Jaime, en cambio, iba más sencillo. Pero aún así, iba muy bien arreglado, con el pantalón de un traje que era negro y una camisa blanca por fuera.
- ¿Qué tal? - dijo Laura, mientras le pasaba el brazo por el hombro a Dani.
- Bien, aquí hablando del futuro. ¡Caaande! - Sandra se bajó de sus tacones, como ya había hecho Cande al reencontrarse con su mejor amigo Adrián, y salió corriendo hacia ella. Su relación había mejorado bastante en los últimos siete años, de hecho antes ni siquiera se conocían lo más mínimo y ahora se habían vuelto completamente inseparables.
-Adrián ha vuelto - le susurró Cande a Sandra en su oído, de manera casi imperceptible.
-Increíble - alcanzó a contestar Sandra, intentando conseguir imitar el tono de voz con el que su amiga le había contado la confidencia. - ¿y qué tal?
Se casó, y ha tenido una hija, Catherine. Aunque no se parecen casi en nada - la melodía predefinida por Daniel en su teléfono móvil interrumpió el intercambio de secretos entre las dos amigas.
- He de cogerlo, es importante. - dijo, dirijiendose principalmente a Laura, mientras se alejaba de el grupo de cuatro personas establecido por Jaime, Laura, Andrea y él mismo.

***

- Alice, ¿ qué es lo que quieres ? 
- ¿ Acaso no quieres conocer a tu hija ? + ¿Cómo que conocer a tu hija ? + Adrián se había enterado de algo que nunca debería de haber sabido, que no debería haber ocupado nunca sus pensamientos.
-Alice, Alice - sonó al otro lado de la línea.
  
 ***

-¿¡Cómo que conocer a tu hija!? Me puedes explicar esto, Alice. ¿Catherine no es hija mía?
- Relájate un poquito cielo. ¿Acaso Catherine y tú no sois como dos gotas de agua, entonces a qué vienen estas preguntas? Estaba hablando con Carla, que tuvo una hija con un chico del que se quedó una noche embarazada cuando era muy joven, y él se llevó a la niña por ser el más mayor de la 'pareja', y ahora que tiene la oportunidad de conocer a su hija, dice que tiene miedo. Que tiene miedo a estar con ese hombre, a que él la haga hacerse responsable, a enamorarse. Es jóven y es comprensible todo el temor que le pueda causar.
- Vale cielo. Oye, que me voy al parque con Catherine, te vienes ? 
-Lo siento, mi vida. Tengo que organizar cosas aquí, deshacer la maleta, visitar inmobiliarias. Un lío tremendo esto de las mudanzas...
-D'accord (:

Adrián le puso las deportivas a Catherine, su hija. La hija con la que tanto había soñado, aunque la madre no fuese la mujer que ocupaba sus noches de desvelos y su corazón. Esa mujer por la que jugó su última carta a todo o nada, quedándose así dos veces con la segunda opción. A pesar de todo, él la amaba. Y no, no se arrepentía de hacerlo. Pero no podía expresar los sentimientos. Se casó con Alice, una francesa maravillosa, a la que amaba, pero cada vez que la veía su corazón no latía como cuando veía a Laura. Alice le había dado a Catherine, la suerte de su vida... Pero, ¿ y si lo de Alice hubiese sido un cuento de hadas ? ¿ Y si realmente Catherine no era su hija ? No eso no podía ser, imposible. Si no fuese parte de su historia, no la amaría tanto. De hecho, la niña, su niña, era la única a la que amaba más aún que a Laura. Mientras se iba emborrachando cada vez más y más de recuerdos, peinaba y adecentaba a su primogénita.

-¡Guapísima! Y ahora... Al parque - le dijo Adrián a Catherine, a la cual se le iluminaron los ojos al escuchar la última palabra. Y es que en la edad de la inocencia, todos los malos son tan fáciles de remediar.

***

Ana se encontraba subiendo el ascensor, ese ascensor que llevaba hasta el cuarto piso del portal número trece de la calle de Las Rosas. Ese cuarto piso, en el que más concretamente letra C, vivía Ana. Su vida había dado un giro radical, ya no era la típica mujer que no paraba de probar y probar en busca del amor. Ahora reía, lloraba, disfrutaba, tropezaba y se levantaba, volvía a caer y se volvía a levantar, se equivocaba, amaba, deseaba... Ahora era feliz, simplemente. Había algo en su mirada que hacía deducir al resto del universo de que se había enamorado, probablemente, del mejor hombre del mundo. Sergio, su nombre era Sergio, y su fecha un ocho de agosto. Un buen ocho de agosto, en el que por primera vez Anna dijo un te quiero real tras muchos años. Un ocho de agosto que quedaría grabado en su mente con el título de Mi primer amor real.  Un ocho de agosto del que hacían dos años, justo ese día, justo esa noche. Anna entró en su apartamento. Estaba cansada, había trabajado durante toda la semana por casi todos sus compañeros que estaban disfrutando de la playa. Pero por fin ella tendría ya vacaciones, vacaciones que coincidirían con las de Sergio, pero que pasarían en casa, con el aire acondicionado, algún que otro bote de helado de medio litro y muchas películas. Se bajó de los tacones, tan altos como bonitos y lujosos y se dirigió a la habitación a coger sus zapatillas de andar por casa. Pero su sorpresa fue tal, cuando entró en la habitación y se encontró con toda su cama llena de pétalos de rosa roja formando un corazón, en el centro del cual había un sobre rosa en el cual el destinatario era LA MUJER MÁS BONITA DEL MUNDO y el contenido de la carta era una hoja de color blanco cuyo texto era :

De verdad creías que me iba a olvidar de este ocho de agosto ? Imposible. En estos dos años, nunca te dije que esto fuese a ser fácil. Aún así seguiste a mi lado a pesar de todo. Nunca te dije que te amaba, simplemente te lo demostré. Nunca te mentí, nunca te hablé de mi vida, ni de mi pasado. Creo que hoy es el momento. Pero toda recompensa conlleva un esfuerzo. 
Hay cinco pistas repartidas por la casa, cada una te llevará a la siguiente. Ha llegado el momento de demostrar que tienes ganas de verme... La primera pista ? Es verdad, se me olvidaba. Espera y es manzana, allí está la siguiente pista. Que empiece el juego.

***

Mientras Anna buscaba por toda la casa algo que espera y es manzana, Sergio estaba esperando en el portal. Su aburrimiento le hizo llamar a Laura, con la cual, muchos años atrás, tuvo una de esas 'noches locas' en las que terminas haciendo cosas que no deberías. El tercer tono sonó, y Laura todavía no había cogido el teléfono, porque estaba saliendo corriendo a esconderse en el baño para que nadie escuchase la conversación.

-NO TE VAS A LLEVAR A MI HIJA - dijo Laura en susurros, pero con el tono justo para que se notase su enfado y descontento con el que fue su cuñado hace bastantes años.