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Visitas que me hacen ser feliz.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Capítulo 6 - Juntemos nuestra piel y olvidémonos de todo.

Llegaron al portal del bloque en el que vivía Adri, a cinco minutos corriendo lo que a paso normal hubiesen sido unos diez o incluso quince minutos. Adri estaba nervioso y no conseguía sacar las llaves del bolsillo. Laura le besó y le ayudó a sacarlas mientras sus labios se rozaban y un escalofrío recorría las espaldas de ambos. Laura lo consiguió antes que el y le miro sonriendo mientras le daba un beso en la frente. Se abrió la puerta de hierro con amplios cristales y Adrián cogió a Laura en brazos. Llamó al ascensor, no quería esperar más, no había nadie más en su casa y estaba deseando estar a solas con ella. Deseaba desnudarla y poder quererla como siempre había deseado. Quería que ella fuese solamente suya y él ser solamente suyo. Llegaron al quinto en el que vivía Adri y no querían esperar más. Laura empezó a desabrocharle los botones de su camisa de cuadros mientras que él abría la puerta. Ella ya sabía cual era la habitación de su novio, ya que ya había estado más veces allí, pero todavía como amiga. Él fue a coger un disco para ponerlo en la mini-cadena que tenía en su habitación y ella salió corriendo a su habitación mientras le preguntaba si tenía protección. Él le dijo que el día anterior a la vuelta a su casa desde el parque en el que empezaron a salir y se dieron su primer beso y su segundo, y también un tercero, los había comprado por si alguna vez surgía. Eran novios y al fin y al cabo eso era lo que hacían los novios. Laura dentro de una semana cumpliría los diecisiete y ya iba siendo mayorcita como para poder mantener relaciones. Él entró en la habitación y empezó a besarla, a acariciarla y a amarla. Su piel empezó a juntarse mientras que él le empezó a quitar la camiseta a la vez que ella se tumbaba en la cama dejándose llevar. Acababa de darse cuenta de que todavía llevaba sus zapatos y se los quitó como pudo, rozándose con los pies. Acabó de desabrocharle la camisa a su novio y empezó con el pantalón. Todo fue maravilloso como Laura había deseado siempre y descubrió que estaba preparada para eso y para más. Una lágrima brotó de sus ojos, no creía que eso era ralidad. Parecía un sueño o una escena sacada de una novela o una película de estas que al final te hacen llorar. Ella le amaba y lo había hecho con alguien a quien quería. Acabaron y aunque fuese el medio día, los dos se quedaron dormidos. Laura se despertó antes que él y le robó una de sus camisas para ponerselas, mientras se dirigía a la cocina para preparar algo de comer. Sonó el teléfono y era Sandra. Descolgó a la vez que se dirigía a buscar una cacerola y la llenaba de agua a la vez que ponía a cocer unos Spaghettis.

-Dime, Sandra. - dijo en voz baja para no despertar a su novio.
-Sigue en pie nuestra tarde de chicas de hoy ? - soltó Sandra en un tono jocoso, ya que sabía donde se encontraba su amiga.
-Si, pero si puede ser ven a mi casa a partir de las seis y media, porque creo que aquí todavía me queda un ratito
-Claro que sí. Oye, y si te conectas al tuenti desde tu móvil con internet ? Así no pago yo...
-Venga, vale. Pero porque eres tú. Dame cinco segundos.

Laura cogió una silla de la cocina y se sentó. Se conectó y descubrió que una chica había comentado en el estado de Adrián. Se le empezó a nublar la vista cuando leyó el comentario de esa guarra, que no podía tener otro nombre. Su comentario era : Adri, y esa zorra que te ha comentado que ella también. Sí, efectivamente Adrián había sido un grandísimo cabrón. Laura se vistió con su ropa, apagó los macarrones aunque aún estaban duros y le dejó una nota : " Habla con esa tal Ana. Se debe de haber molestado porque te has liado con otra que no era ella, tu novia. Y te he dejado cocidos macarrones, quizás te sobren. No me los guardes en un tapper ". Salió corriendo de la casa mientras no paraba de llorar. Estaba horriblemente guapa, sus ojos no dejaban de brillar y su rímel estaba corrido. Pero a ella todo le daba ya igual. Lo único que le importaba era llegar a su casa y que su amiga llegase para poder contarle todo. Eso y olvidarse de el error que había cometido. Estaba claro que Adrián también era como el resto.

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